G.H.
¿Sabéis qué es esto? ¡Tachán! ¡Un wonderbra! Qué recuerdos, gracias a él aprobé contabilidad... ¡Y sin ponérmelo! No te hagas ilusiones, Cameron, no es tu talla. La naturaleza es justa: a mí me dio buen ojo y a ti una buena delantera.
La contabilidad es un coñazo, aunque una compañera de doctorado adicta al wonderbra me hizo verlo de otra manera. A fin de cuentas la economía analiza cómo la gente, las empresas y los gobiernos toman decisiones a partir de informaciones como precios o datos contables. ¿Y si la información se falsea, como hace el wonderbra? Poneos en el lugar de esa chica, colada por el capitán del equipo de fútbol que tomaba como trofeos sostenes de tres dígitos... ¿No es el wonderbra una tentación irresistible? Algo así pensaron los ejecutivos en los 90.
Los negocios iban razonablemente bien. Pero se podía ganar más si maquillaban los resultados de las empresas que gestionaban para atraer el capital de los inversores y elevar la cotización de las acciones. Lo más “in” era cobrar en stock options: títulos que permiten comprar acciones a un precio fijo. Si el precio de mercado de las acciones es mayor (aunque sea por trucos contables), se ejecutan las opciones, compras acciones a un precio bajo y las vendes inmediatamente al precio de mercado; una operación sin riesgos y con beneficios explosivos. ¿Todos ganan, no? En realidad los que se forran son los ejecutivos, a costa de los desplumados accionistas que compraron a un precio artificialmente elevado gracias a la contabilidad wonderbra... ¡Qué desengaño para el capitán del equipo de fútbol!
Aunque no hay cena con velas a Cameron le parecerá un final feliz: la chica escarmienta al guapo y de paso se lo cepilla. Hizo trampas, pero la verdadera trampa era el sistema: los gallitos no se lían con planas si quieren mantener su reputación, y las chicas sin complejos tienen que competir con busconas. Tranquilos... ¡el mercado sexual de los jóvenes graduados tiene solución! Es la misma que para el problema económico de la agencia. Os presento wonderbra, ideal para encajar, redondear, aumentar... y levantar cosas.
Veamos eso de la agencia. Surge cuando alguien (el principal) necesita que otro (el agente) haga cosas por él. Como el accionista con los ejecutivos. Es problemático porque el que actúa no es el que sufre las consecuencias. El primer efecto de la economía wonderbra es encajar a agente y principal, ejecutivo y accionista en un mismo escote, digo sistema.
Como quiere forrarse, el accionista necesita que el ejecutivo no se limite a cumplir, sino que trabaje como lo haría un propietario. ¿Cómo lo resolvemos, palo o zanahoria? Foreman palo, Chase zanahoria, Cameron “estoy por encima de jueguecitos falocráticos” se abstiene. Pierden el del palo y la puritana. El palo es muy costoso: es como hacer un Gran Hermano para vigilar ejecutivos... ¡y trabajar tú para gestionar esa información! La puritana ignora el problema de la agencia; ¿dónde crees que estamos, en una cooperativa yugoslava? La zanahoria es la solución económica: da incentivos a los ejecutivos para que hagan ganar a los accionistas, como las stock options, y te ahorras la vigilancia. No esperaba menos de Chase... ¿tú fuiste capitán en la facultad, verdad? Es el segundo efecto del wonderbra: redondear el negocio para que se vea sexy, para que todos ganen... o crean hacerlo.
El ejecutivo gana si el accionista cree que gana. ¿Cómo sabemos realmente cuánto y cuándo se gana si la información la da... el ejecutivo? Esa asimetría le permite falsear los resultados. Es el tercer efecto del wonderbra: aumentar los resultados mediante información engañosa. La consecuencia es que el sistema se vuelve loco. Es el efecto final del wonderbra: levantar los controles. ¡Qué calentón!
Los neoclásicos dicen que el mercado funciona... si los precios reflejan la realidad. Con asimetrías de información, ejecutivos que manipulan la contabilidad, accionistas calenturientos que compran sin pensar, y los auditores, intermediarios y autoridades deseando subirse al carro podía pasar cualquier cosa. Eso ocultaban los 90, y a pesar de la crisis de las “puntocom” nadie desmontó la economía wonderbra. Lo que parecía el negocio ideal era resultado de una contabilidad que los ejecutivos complicaron deliberadamente para controlar la información y sablear a los accionistas, y que los auditores y las autoridades permitieron para aprovecharse de los efectos económicos y políticos de un juego en el que aparentemente todos ganaban. ¿Por qué sucedió en los noventa? El camelo de la “Nueva Economía” supuestamente invalidaba las viejas reglas, el calentón de la contabilidad creativa, el fundamentalismo del mercado, el crecimiento sin preguntas... una mezcla explosiva.
Esto es lo que me descubrió el sostén de la decana Cuddy... ¡ups! Se me escapó la identidad de la chica. Me lo vendió a buen precio el capitán que se dejó llevar por su falsa talla 100 y se vengó robándole el sostén después de la faena. Ha merecido la pena; la cara de Cuddy cuando le he dicho que era su viejo wonderbra... ¡no hay contabilidad creativa que la refleje!
miércoles, 18 de marzo de 2009
LOS FELICES 90: La economía wonderbra
Etiquetas:
contabilidad,
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Joseph Stiglitz,
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